Capítulo I

La Venezuela Saudita

En 1974 Carlos Andrés Pérez llega a la presidencia de la mano de su partido Acción Democrática. Se trató de un gobierno de cambios, guiados por la bandera de Pérez durante su campaña: “democracia con energía”. Es así que en 1976 se nacionaliza la industria del petróleo, la cual funcionaba bajo un sistema de concesiones, por medio del cual empresas transnacionales podían explorar y extraer el petróleo nacional a cambio de un porcentaje de regalías para el país. Fragmento del discurso del presidente Carlos Andrés Pérez sobre la nacionalización del petróleo.

Durante la década de los 70, el precio del petróleo experimentó un aumento sin precedentes debido a diversos factores. Uno de los aspectos clave fue la consolidación del poder de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) que, a partir de 1973, limitó la oferta y ejerció control directo sobre los precios. La decisión de la OPEP de imponer un embargo a los países que apoyaron a Israel en la Guerra del Yom Kippur, particularmente a Estados Unidos y algunos países de Europa, fue determinante para Venezuela. Entre 1972 y 1974 el precio internacional del barril se cuadruplicó, pasando de un promedio de 2.5 dólares a 11.58 dólares.

Entre 1979 y 1980 la situación geopolítica disparó nuevamente los precios: la revolución iraní y la posterior guerra Irán-Irak redujeron la producción y exportaciones en una de las principales regiones productoras del mundo, llevando el barril hasta un máximo de cotización de 41 dólares, según los acuerdos de la OPEP en la Conferencia de Balí. Este contexto internacional resultó muy positivo para países productores como Venezuela, cuyos ingresos se multiplicaron considerablemente.

La nacionalización del petróleo en 1976 permitió que Venezuela capturara casi la totalidad de las rentas generadas por la explotación de hidrocarburos. El Estado asumió el control de toda la red de plantas petroleras y gracias a la subida internacional del precio del barril el país obtuvo ganancias históricas, ya que el petróleo llegó a representar hasta el 90% de las divisas y las cuatro quintas partes de los ingresos de la nación, lo que favoreció su crecimiento económico.

Para celebrar la nacionalización de la industria del petróleo, el gobierno ordenó que, en menos de un mes, se acuñara una moneda de 500 bolívares. Sólo se realizaron 100 piezas para los asistentes al evento conmemorativo.

La Venezuela Saudita, como muchos empezaron a conocer al país debido a la bonanza económica, permitía a la mayoría de sus ciudadanos vivir cómodamente. La clase media venezolana alcanzó los niveles de vida de una sociedad consumidora del primer mundo. El popular cambio del dólar a 4.30 bolívares, permitió que muchos ciudadanos pudieran viajar a Miami como actividad de fin de semana para visitar sus propiedades vacacionales, comprar mercancía para revender y conocer Disneyworld.

El derroche se hizo cultura en un país de economía rentista, donde el “’ta barato, dame dos” era el lema por excelencia del venezolano al salir de compras.

Al escuchar las noticias de la gran prosperidad económica venezolana, muchos colombianos decidieron migrar, en busca de una oportunidad para mejorar sus condiciones de vida. Entre ellos, mis abuelos: Emiliano Candezano y Rosana Sánchez de Candezano.

Primero migró mi abuela, en 1976; la siguió mi abuelo en 1979, y en 1982 llevaron a sus hijas Claudia y María Fernanda. Mi abuela trabajaba como empleada doméstica en Caracas, pero se trasladó a Valencia, ciudad a la que llegaron su esposo e hijas, dado que la hermana de mi abuelo vivía allá.